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sábado, 21 de marzo de 2009

resistire


ya me cuesta escribir. Intentar calcar cada sentimiento, cada logro, cada caída, cada batalla, cada perdida y ni una sola gloria. Ya no se trata de saber quien tiene razón, es simplemente dejarte ir. No puedo. Es lo peor que pudo haberme pasado, no poder sacarte de mi mente, de mi corazón, de mis recuerdos distorsionados. Necesito no saber nada de ti por un tiempo, un largo tiempo. Necesito amaestrar mi cuerpo, que se acostumbre a tu ausencia. Pero sé que esta ciudad es demasiado chica como para que eso suceda. Tendré que acostumbrarme a verte y que se me vuelva un nudo en el estomago, que mi garganta se seque y mis labios pidan a gritos tenerte cerca. Tenerte es mucho, mucho para mí. Ya no siento el calor de los días por más sol que irradie en ellos. Cada vez me siento más sola y vulnerable. Un poco más atrapada en el mundo real. Y entre mis opciones prefiero la soledad envuelta en duda, antes que la soledad a sabiendas que existe alguien te quiere y sólo tiene miedo a arriesgarse por mí. Ya no voy a molestar más. Mientras tu finges que no existo, yo intento convivir con la supervivencia. Quizás mañana te olvides de mí, quizás no. Seguro te mandaran un anonimato, comentándote sobre una gran tragedia a raíz de un amor sin riendas, desesperado, obsesivo, real y un tanto loco. Te van a decir que fue por locura mental, vas a entender que las teorías no sirven demasiado a la hora de elegir entre morir o vivir.

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